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jueves, 11 de septiembre de 2008

la experiencia "desayuno continental"

handle with care. 2008

Cuando uno duerme doce horas, indudablemente se despierta de buen humor. Nada de alarmas, nada de prisas por llegar (o no llegar) al trabajo... Sólo abrir los ojos y darse cuenta de que el cuerpo ha descansado lo suficiente. Eso, amigos, es un buen comienzo. Pero aun hay más.
Procedo a relatarles la experiencia "desayuno continental": una experiencia única que ayuda al autoconocimiento,  la autoconciencia, la autopercepción positiva y cualquier otro auto que se os ocurra y que haga referencia al tema en cuestión.
Para empezar, tenemos la teoría del café perfecto. ¿Sabéis cuando le dais el primer sorbo al café en la mañana, y tiene la cantidad exacta de azúcar- o miel-, la mezcla de café y leche es perfecta, y la temperatura esta lo suficientemente fría como para permitirte beber pero lo suficientemente caliente como para que el calorcito recorra todo tu cuerpo? Eso es, señoras y señores, un café perfecto. Y estoy seguro que en repetidas ocasiones habréis estado ante uno de estos rarísimos ejemplares y no os habréis percatado de la suerte que teníais al beberlo. Reflexionen, pues.
Cualquier cosa que le añadas a un café perfecto va a ser una delicia. Pero si lo acompañan con unas galletas rellenas de chocolate de cierto supermercado llamadas Rebuenas, la cosa se convierte en un autentico placer. Y es que, por primera vez en la historia de las galletas de supermercado, el nombre hace justicia a la galleta. Consejo para avanzados en la experiencia desayuno continental: recomiendo dejarlas en la nevera para un mayor contraste de temperatura entre el café y la galleta.
Por último, unas tostadas con mantequilla y mermelada de naranja dulce pueden hacerte llegar al clímax. Si además, tu mantequilla es como la mía, y comprando una tarrina ayudas a un niño somalí, no sólo estarás ante una maravillosa tostada de un maravilloso desayuno, sino que habrás sido solidario antes de quitarte el pijama. Y no sólo eso; ya que el hombre tiende a compararse para valorarse, viendo la tapa de esa tarrina puedes comprobar la suerte que tienes: un techo, (más o menos) dinerito en el banco, una cabeza amueblada, dos brazos, tres piernas y toda la vida por delante son unos premios más que jugosos que no todo el mundo tiene. Y además, ahora, conoces el secreto de la felicidad: La  experiencia desayuno continental.

Y por último, unas recomendaciones, aunque más que un Should, son un Must

Now Watching: Weeds 4th Season
Now Listening: The Last Shadow Puppets
Nos Reading: Kafka en la Orilla


5 comentarios:

Intensa Forever dijo...

Alfonso, eres demasiado bueno.
Yo amo la experiencia desayuno continental, si buen hasta ahora no la concebía sin una noche de pasión como antesala. Sin embargo no hace falta nada para darse un lujo y mimarse a uno mismo. Eres mi modelo a seguir.

Unknown dijo...

me encanta ese nombre de galletas, me parece una absoluta clarividencia marketiniana, y te lo digo yo, que sé.

quitaros de cafes, ni galletitas ni hostias, para mi el desayuno continental consiste en que te hagan una buena mamada matutina!

betty boop dijo...

Aaaagh! sois la leche, de verdad! Alfonso, tu post es una delicia, eres un maestro del realismo mágico matutino. No hace falta tener un previo sexual antes, hija! yo desde que trabajo por las tardes me esmero en el desayuno pero los míos son más sanitos: fruta, yogur, cereales/tostada y café o té, más que nada porque yo no tengo la genética de Intensa, qué se le va a hacer! y entonces, claro, lo tengo que arreglar con sesión matutina fitness, como la que aconseja Sergio, que vale pa todas las genéticas...

Maga DeLin dijo...

El desayuno continental tendré que probarlo algún día, como lo describes tú o como lo sugieren los demás, jaja.

De todos modos, tendré que cambiar las tostadas porque me va a quedar lejos tu tienda para ir a comprarlas...

Saludos!

Anónimo dijo...

Perfecto Alfonso.
Admiro tus textos y tus dibujos. Leí una vez que cierta novelista (se me escapa el nombre) desistió de suicidarse porque le pareció tan bueno el desayuno que fue suficiente razón para amar nuevamente la vida.
Un abrazo.